Confieso nunca pensé que para rescatar al amor, a veces hay que dejarlo ir. Uno se imagina que es un sentimiento que solo tendrá razón de ser, si ambos están juntos y experimentan la sensación gratificante de compartir un mutuo amor; pero a la vez es innegable que cuando se resquebraja y uno se cansa de pegar –todos, todos esos pedazos una y otra y otra vez– lo mejor seria dejarlo ir, rescatando así lo poco que se pueda de este lindo sentimiento, al menos como un honor póstumo.
Las novelas mexicanas provocan un miedo instantáneo respecto al tema, es tanto llanto que mas de una vez mi madre y abuela se han puesto a sollozar acompañando en su dolor a la heroína y rebajando al grado de imbécil insensible al galán de turno. Te das cuenta que si eres sincero contigo mismo y quieres terminar algo que ya por demás se ve finalizado, te detiene la sensación de que cada paso que das te conviertes en el malo de la escena.
Terminar no es echar a la basura lo que uno vivió en nombre del amor, es evitar que se pierda en la sombra del olvido, reducido solo a un mal pensamiento que con el tiempo se diluye en la oscuridad.
Escrito por: "El Autor"
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